lunes, 30 de enero de 2012

Historia Bmth 3

Volví a mi casa en autobús con mis compañeros, ella no estaba en ese bus aquel día de cuerpo presente, aunque sí que seguía en mi boca, en mi mente y en el reflejo de cada mirada al cristal buscando en el cielo alguna respuesta al futuro que podríamos llegar a tener.

Al bajar de mi parada e ir andando hacia mi casa y sentir el frío de aquella, ya, noche de verano, me acordé de lo bien que estaba bajo sus brazos, y que no quería que esa tarde pasada fuera la primera y la última. Sabía que al día siguiente ella iba a ir al mismo pueblo de excursión que yo, me lo había dicho por la tarde cuando estábamos con el grupo. Debía haber pedido para pasar aquella tarde al menos 2 condiciones a elegir una de ellas: o que no se acabará aquella tarde, o que no quedara loco por ella… Por desgracia, incumplí ambas.

Al día siguiente fuimos a Portsmouth, otro pequeño pueblo costero del sur de Inglaterra, la busqué pero no la encontré hasta que justo cuando estaba con mis amigos sentado en una especie de banco de madera al lado de un bar español llamado La Tasca, que de español tenía solamente el nombre, desde donde teníamos una buena vista de la Torre de Portsmouth, ella pasó por delante de mí, me quedé paralizado, estaba igual o más guapa que ayer; el sol lucía al igual que sus dos ojos verdes que el día anterior veía desde tan cerca, me miró y sonrió, pero yo me quedé en mi sitio, quizás esperando a que ella se acercara o me hiciera un gesto, pero tal no pasó, y mis amigos me empezaron a decir que fuera, que si no me atrevía, o frases así, aunque la frase que terminó por convencerme fue una que volvió a soltar Paco: ‘’ si no vas, es porque te importa demasiado’’; era cierto, me empezaba a importar, pero no quería que eso ocurriese. Me levanté con actitud de chulería, demostrando parte de mi insensatez y de mi valentía y me acerqué a ella que no estaba sola, iba con una amiga. Le volví a coger de las manos, que manos más suaves y delicadas tenía, quizá algo frías, pero cogido a ellas algo hervía en mi interior. Le pregunté sobre cuánto le había costado la excursión, que si habían visto algo, o qué iban a hacer; llamé a mi amigo ‘’guey’’ Ignacio a petición suya para que su amiga tuviera entretenimiento y alguien con quien hablar, mis amigos empezaron a cantar ‘’2 hombres con un mismo destino’’; yo intentaba ocultarme en su sonrisa blanca y en su mirada verde que mataba. Llegó una monitora suya, y les dijo que tenían que ir yendo hacia la torre; yo le fui otra vez a besar, me dijo que no, otra vez, mucha gente, y además su monitora estaba delante; la excusa seguía siendo razonable, así que la solté de mis manos y se fue. No la volví a ver más en aquel día; no, miento, sí que la vi una vez más; esperando mi autobús para volverme a casa, vi salir otro antes que el que yo tenía que coger; si no vi mal, ella iba en ese bus con 3 amigas…iba preciosa, como me tenía acostumbrado a verla.

Pensaba en llamarla, o enviarle un mensaje o algo, pero decidí esperar, era lo mejor; total en poco tiempo la volvería a ver, el pueblo o por lo menos la zona por donde se solía salir por las tardes y las noches no era muy grande, así que el porcentaje de coincidir era bastante alto. Y así fue un lunes bastante oscuro, en el cielo brillaba el Sol por su ausencia; cuando ya nos cansamos mis amigos y yo de dar vueltas por la playa y la plaza, decidimos sentarnos a echar una partida de cartas; no podía parar quieto, la había visto sentada en un banco cercano, quizás por ello dije de sentarnos ahí mismo, cerca de ella y sus amigas.

Aquel silencio, aquel vacío de palabras entre ambos, ese no saber que era de ella, que pasaba por su cabeza, si pensaba en mí como yo lo hacía en ella, toda aquella incertidumbre me hacía dudar dentro de mí, estar más callado de lo habitual, dubitativo, centrado en mis pensamientos…

Así que con tanta duda, la seguía mirando, mientras mis compañeros jugaban a las cartas, un amigo, Rubén, me dijo que fuera a hablar con ella, que no podía seguir con tanta incertidumbre; así que tomando sus palabras de ánimo, me dirigí a su grupo, eso sí, acompañado por él y por otro amigo, Dani, murciano, que siempre estaba para esos lances de ayudar.

Nos acercamos a ellas, y con más valentía de la que me creía capaz, me acerqué a ella y le dije que tenía que hablar con ella, ella preguntó sobre qué, yo respondí que sobre nosotros y a poder ser en privado; ella, con una sonrisa tímida accedió. Andamos unos pocos metros, no muchos, los justos para encontrarnos a solas y poder mantener una conversación en privado.

Ya había oscurecido en aquellos jardines de esa localidad británica que se levantaba como escenario de aquel mes de julio, nos sentamos en una de las barandillas que separaban el camino del césped; y comenzamos a hablar; ella me preguntó a qué se debía aquella conversación; le respondí que necesitaba hablar con ella, que estaba algo mareado por el asunto. Le miré a los ojos y le dije que me gustaba, que aquella tarde de sábado que habíamos pasado había sido una gran tarde, que había vuelto a pasar frío por las tardes, que la chaqueta abrigaba menos que sus brazos y que esos jardines eran más amables si estaba su sonrisa de por medio, que no me gustaría que fuera la última y que me encantaba su manera de sonreír y sus ojos verdes cuando me miraban fijamente, y que me gustaría intentarlo aunque fuera durante aquel mes en aquel lugar; ella me miraba, yo intentaba disimular mis nervios con una sonrisa, y entonces fue cuando ella me miró y me respondió:

-No sé, tengo dudas, la verdad es que el otro día me lo pasé bien, pero no creo que sea lo mejor; dependo de mi compañera de casa, ella lleva la llave, y tenemos que ir casi siempre juntas, y me sabría mal que tuvieras que ir a por mí a todos los sitios; además, me gusta ir a hacer el tonto con mis amigas, y no sé, además, piénsalo: de todas formas vamos a acabar mal, o bien que aquí nos acabamos peleando y acabamos de mal humor el viaje, o bien, que estemos muy bien, y luego nos toca volvernos a la cruda realidad, tú a Valencia y yo a Ávila…

-Pero, también prefiero disfrutar este mes, y que me quiten lo bailado, ¿no crees?

-Es que no es tan sencillo-replicó ella-No digo que no a repetir otra vez, pero no es que no es tan fácil, no te presentas aquí, me dices que te gusto, me prometes el mejor mes y ya se acaba, las cosas no son así, la respuesta es más complicada.

-Es sencilla , cincuenta por ciento de probabilidades que sí, cincuenta por ciento que no, no tiene más, matemática pura, como a ti te gusta-respondí intentando mostrar mi mejor sonrisa y ampliar mis posibilidades mientras yo le cogía la mano y ella lanzaba al aire esa moneda llamada incertidumbre a expensas de una respuesta.

-Se nota que eres de letras, te quedaste en las básicas, creo que es algo más complicado que un cincuenta, cincuenta, hay que contabilizar ciertas variables y otras tantas funciones que no sabrías calcular -y volvió a sacar otra de sus sonrisas pícaras al aire que yo tanto deseaba sostener en mí- me gustas y el otro día estuvo bien, pero… no es así como funciona esto; además, siempre podemos ser amigos y repetir alguna vez.

La miré a los ojos un instante eterno en el que escuché mi pulso aumentando su ritmo e intenté buscar las palabras que se habían quedado entre mis labios y sus ojos.

-¿Amigos? ¿Sabes? No deseo los labios de mis amigos, ni busco esconderme en sus ojos cada dos por tres, con mis amigos me encanta pasar el rato, jugar a fútbol y hacer bromas, contigo es otra cosa…

Se hizo un largo silencio mientras los dos fijábamos la mirada en un italiano que se acababa de tirar al agua a por la pelota. Al cabo de unas pequeñas sonrisas tras el hecho, interrumpí aquel silencio:

-En fin,-dije finalmente- piénsatelo y me das una respuesta cuando la tengas clara.

-Bueno, creo ya sabes parte de la respuesta…

-Igualmente, me gustaría que lo pensaras y me respondieras-dando fin a la conversación.

Entonces nos levantamos y ella se fue con sus amigas, yo me fui con los míos, que notaron al instante que no había obtenido la mejor de las respuestas.

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