miércoles, 30 de noviembre de 2011

En un mar de incertidumbre.

Esos días de lluvias
y desayuno con huevos y bacon,
donde aprendí que los recuerdos
sólo sirven para escribir poesía
y tus besos bajo el cielo gris,
para completar mis memorias.
Aquellos días de buses de dos pisos
y extranjeros andando por doquier
quedaron en el exilio,
en el diván de los recuerdos
como los gritos de las madres de la plaza de Mayo.
Y me miras y sonríes
entre los elementos de este diván,
haciéndolos inmateriales, intangibles,
luces de un pasado anterior;
y terminas de acelerarme el pulso
con tus ojos marrones
brillando al fondo del tumulto;
pero me confundes,me creas expectativas
en este mar de incertidumbre
que parece ver tierra y se queda en agua,
en olas de mar sin sal,
en sirenas de pelo de cobre,
que con voz angelical,
solo cantan tu nombre.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Estudiándote

Busco tus miradas entre las mesas,
como Egipto su libertad en las urnas
y miles de jóvenes en las plazas.
Madrid a tu lado es solo un espejismo,
una imagen en un espejo cóncavo,
mientras tu sonrisa difumina mi realidad
y tus ojos dan sentido a mi somnolencia,
a mi café doble en la tarde,
a mis sueños rotos por el despertador,
a dormir a un palmo del colchón,
a creer en algo antes del todo,
a sonreir cuando no miras,
y a mirarte cuando sonríes,
dan sentido a mi lápiz sobre el papel,
a mi despiste a media mañana
a no romper tus silencios
ni a preguntarte algo incoherente
mientras deseo lo imposible.
Y Platón sigue rompiendo mis esquemas
que me olvide de lo racional,
que el filósofo-gobernante prefirió escribir,
y el guardián tocar el violín,
que el alma se elevó al cuadrado para no ser dividida,
y que la dialéctica descendente
era sólo un timo,
un engañabobos donde vendían cacerolas,
y geografía pasó a ser segundo plano,
los ríos no llegan al mar,
ni mis palabras a tus oídos,
el roquedo las siluetas de tu cuerpo,
y tus labios las cordilleras de mis deseos.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Me regalabas tus besos

Aquella noche,
me enredaba entre tus manos
tiritaba sobre tus labios
y me escondía bajo tu manto,
mientras estudiantes extranjeros
reían y cantaban en el césped,
o sobrevolaban la ciudad en globo,
mientras tú,
me regalabas tus besos;
aquella noche,
la luna quiso esconderse,
bailar entre las nubes y las estrellas
no reflejarse en el mar
en el cual tus curvas se dibujaban,
mientras tú,
me regalabas tus besos.
Aquella noche,
tus ojos verdes brillaban al son de los míos,
mientras nuestras bocas unidas
hablaban el lenguaje de dos,
y tú,
me regalabas tus besos.
Aquella noche,
paseaba otra pareja por el muelle,
suspiraba otro parado un trabajo,
esperaba un niño su regalo,
se lloraba otra muerte
y tú,
me regalabas tus besos.
Aquella noche,
parecía acabarse el mundo en mi horizonte,
estar todo el mar tras tus ojos
y todas las sonrisas en tu boca
ya podía arder París y caer Roma,
o que el BigBen no diera la hora
pues yo seguiría contigo,
y tú mientras,
me regalarías tus besos.


miércoles, 9 de noviembre de 2011

Sigues en mí

Mirarte, y saberme perdido,
volvieron tus negativas a mis oidos
como la lluvia a este noviembre gris.
Otra vez se te antojó desaparecer,
hacerte humo y esfumarte,
como el cigarro de la viuda del quinto,
como aquella noche entre las sombras,
entre los buses amarillos y su hora menos,
al fondo caminabas alegre,
con tu camisa blanca y tus cabellos rubios,
entrabas en tu casa,
mirabas atrás y ahí seguía yo,
respirando los segundos que me quedaban,
bebiendo los minutos previos,
bajo tu luz y tu manto,
tus ojos, tu voz y tu boca,
voz que ahora me niega,
ojos que ahora ni brillan al mirarte
y boca que pronuncia otro nombre,
que desea otro cuerpo,
y que besa otros labios;
pero sigues siendo humo,
y la vecina del quinto sigue fumando,
así que sigues en mí,
aunque no sé por cuanto.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Jueves de otoño

Despierta otro jueves,
este con sabor a martes,
que llueve como si fuera martes
y en el que a mitad
luce el Ssl como si fuera miércoles;
pero no, es jueves,
y tu ausencia sabe a lunes,
a uno de esos fríos y nublados,
de los que deseas dormir hasta las doce;
pero sigue siendo jueves,
un jueves de noviembre,
un noviembre de otoño,
un otoño que se empeñó en tardar,
que quiso ser verano
y acabó pareciendo primavera,
de esas en las que la manga corta aflora,
y las terrazas se llenan;
pero es otoño,
y ya parece otoño,
ya llueve y hace frío,
ya saben los días a libros,
a exámenes recién corregidos,
a paraguas abiertos,
a tráfico bajo mi ventana,
a palomitas en el teatro
y a añoranzas de verano,
como en el que te conocí,
un verano con frío y lluvia inglesas,
que parecían ser otoño español,
pero tu sonrisa y tu mirada
me hacían saber que era verano,
y saber que sin ellas es otoño,
de esos que se parecen al invierno.