miércoles, 9 de noviembre de 2011

Sigues en mí

Mirarte, y saberme perdido,
volvieron tus negativas a mis oidos
como la lluvia a este noviembre gris.
Otra vez se te antojó desaparecer,
hacerte humo y esfumarte,
como el cigarro de la viuda del quinto,
como aquella noche entre las sombras,
entre los buses amarillos y su hora menos,
al fondo caminabas alegre,
con tu camisa blanca y tus cabellos rubios,
entrabas en tu casa,
mirabas atrás y ahí seguía yo,
respirando los segundos que me quedaban,
bebiendo los minutos previos,
bajo tu luz y tu manto,
tus ojos, tu voz y tu boca,
voz que ahora me niega,
ojos que ahora ni brillan al mirarte
y boca que pronuncia otro nombre,
que desea otro cuerpo,
y que besa otros labios;
pero sigues siendo humo,
y la vecina del quinto sigue fumando,
así que sigues en mí,
aunque no sé por cuanto.

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