sábado, 31 de marzo de 2012

De vuelta a las locuras

Volver a caer en vicios que creía olvidados,
en citas que no tenía apuntadas en la agenda,
en besos que jamás había llegado a imaginar
e incluso en preguntas que no me planteé.
Volver a sentir aquello que dejé para la humanidad,
para los guapos con el pelo al lado,
para los cuerpos con curvas apolíneas 
y las sonrisas de anuncio de televisión;
sentir aquello que reviven tus miradas a media tarde,
noches en vela frente a la pantalla
y tu dulce forma de besar.

Volver a creer en acordes imposibles,
en el alba tras la noche,
y en los 'quédate conmigo, por favor';
volver a escribir un tú en mis versos,
y un nosotros en el firmamento,
volver a volar a primera hora de la mañana,
pensar que esperar es de nuevo resignación,
repetir tu última palabra o tu último gesto
e intentar buscar tu aroma por toda mi habitación.
volver a soñar con figuras con tu nombre,
con repetir ciertas tardes de marzo,
dos veces idus de un emperador,
donde la conquista no fue en campo abierto,
ni librada con escudo y lanzas,
donde el caballero no llevaba capa ni espada
sino mochila,nervios y apuntes,
luces, caricias e ilusiones,
sombras, suspiros y labios que besar;
 donde el tesoro no era oro
ni se escondía en un cofre bajo el mar,
donde el premio era una afirmación,
un beso, un recuerdo, una conversación.
Al final nos quedamos con nuestro pacto secreto,
con nuestros besos sin notarios ni testigos,
con tu sonrisa y la mia fluir, bailar,
con el reflejo de tus labios al hablar,
al final todo es cuestión de locura,
o ¿acaso no lo es la felicidad?



lunes, 12 de marzo de 2012

Historia Bmth Parte 5


Como decía, seguía pasando el tiempo y nos plantamos en un miércoles 27 de julio, otro día de julio de calor a medias, cuando el sol brillada, con gran cantidad de humedad y con las ideas en mi mente más turbadas que nunca, sinceramente, ya había perdido la razón, aquello que hacía y sentía me parecía estúpido por mi parte, poco racional, pero no podía evitar seguir buscándola con la mirada para que sus ojos verdes me dieran una tregua o me amordazaran en la duda del silencio y el paso del tiempo que aparecía ya como el gran verdugo de aquello nuestro que no llevaba a nada sino a mí mismo pensando en mis tonterías y paparrucherías.Aquella tarde-noche había discoteca en la iglesia que hacía los honores de eso mismo, de  discoteca. Yo sabía que esa iba a ser mi última discoteca en aquella ciudad inglesa, así que decidí disfrutarlo máximo posible, olvidarme de Irene y demás y pensar en pasármelo lo mejor posible. Sinceramente, lo hice, fue una de las mejores discotecas de aquel mes, me lo pasé increíblemente bien, estaba totalmente despreocupado hasta que tuvo que pasar, la vimos, Rubén y yo, en una de las vueltas que dábamos por el piso de arriba vimos a su grupo de amigas y ella también estaba allí, sabía que era de mis últimas oportunidades, Rubén me dijo de ir a por ellas, le dije que no, que quería disfrutar con los amigos, él sabía parte de lo que estaba sufriendo, fue un gran confidente durante el viaje. La tarde, bueno tarde-noche en aquel recinto pasaba, en uno de nuestros acercamientos a la barra a pedir agua, que era lo único gratuito, me crucé con ella, la paré, apartarse otra vez habría sido de cobardes, dos besos, que tal todo, bien, y la conversación se acabó, ella se marchó con sus amigas hacia la pista y yo a la barra; la verdad es que era guapísima, o por lo menos a mí me lo parecía, tenía una expresividad peculiar, y su forma de mirarme y de hablar me volvían loco; otra vez volvían pequeñas dudas a mi cabeza que con la música quizás se disiparon pronto. 
Faltaba poco para el cierre de la discoteca, a las 10 era la hora en la que aquella iglesia convertida en discoteca cerraba, y me encontraba con mis amigos en el piso de arriba, en uno de mis momentos de lucidez mental comencé a hacer un baile denominado el de la camisa, vi como una chica me miraba con su compañera y se empezaban a reír, fui hasta ellas que se encontraban  en una mesa con asientos, me senté a su lado y empecé a hablar con ellas, les hizo gracia mi estilo, me dijeron que eran de Sevilla, eran monas, una más que la otra, y encima bastante simpáticas, hablé con ellas un rato, sobre lo que había en Sevilla y qué les parecía Bournemouth; cerraron la parte de arriba de la discoteca, y bajé y les perdí la pista, entonces se acercó Rubén, me dijo que había hablado con Irene y que a la salida me esperaría para hablar conmigo; una luz me vino a la mente, ¿sería aquel el momento tan esperado aunque ella se fuese al día siguiente?; en ese momento se me olvidó todo aquello que había conseguido intentando olvidar, y empecé a hacerme mil y una preguntas en mi cabeza, otra centena de cábalas y posibilidades volvían a rondarme por la cabeza. 
Terminó aquella discoteca, la última de Bournemouth 2011, y me dispuse a salir del recinto porque a ella le había visto salir, y me imaginé que sería fuera donde nos veríamos, también vi a las dos sevillanas entrando mientras me buscaban con la mirada, me fui sin decirles nada, era muy complicado explicarlo todo, o lo que realmente se me hacía complicado era estar con la duda de lo sería aquella conversación con Irene.  
Salí de allí, y en la puerta estaba hablando con sus amigas, seguí caminando y se unió a mí; la miré y paré en seco, nos pusimos el uno frente al otro, le pregunté qué quería decirme, me dijo que nada, que Rubén le había dicho que yo le quería decir algo entonces me preguntó qué quería decirle, pensé en decirle todo lo que había sentido durante ese tiempo por ella, todas las veces que había mirado por lo jardines a conciencia buscando que su mirada me diese una tregua, un perdón, una respuesta o que simplemente no estuviera, contarle como me sentí los primeros días al esperar una respuesta que no llegaba, y como me sentí los días siguientes al ver que tal respuesta no iba a llegar nunca, explicarle como es despertarse y verse todos los días la misma cara de imbécil que se te ha quedado, quizás pensé por un instante decirle que nos fuéramos a despedirnos de la misma manera que aquel sábado 9 de julio aprovechábamos el tiempo, decirle que le echaría de menos, que me llamase en cualquier momento o incluso recriminarle todo lo que había sufrido y todo el tiempo que habíamos perdido decidiendo no estar juntos; pero no, no me salieron tales palabras, ni siquiera decirle lo guapa que iba o lo bien que le quedaba aquella camiseta verde, que iba a juego con sus ojos y tan bien conjuntada con su siempre hermosa sonrisa, pero no, no se lo merecía, ni yo tampoco, me quedé mudo y le pregunté que cuando se iba; ella me respondió: 
-Me voy mañana por la mañana, sobre las 8 o así. 
Yo ya sabía de sobra aquella respuesta, sabía de sobra cual era la fecha límite pero fue lo único que pude decir; así que después de eso, le deseé suerte, y nos dimos dos besos y se fue; así se acabó todo aquello, ella con sus amigas despidiéndose de todo o eso me imagino, yo con los míos de camino a la parada del bus, mirada baja, pensativo, todo había acabado, ahora sí que la derrota era definitiva, ya no había un después, ni un posible mañana, ya no había nada, porque no había más tiempo; Rubén me preguntó, le dije que nada, me abrazó, se agradeció; vino pronto el bus, el trayecto no se hizo duro, conocimos a otra española y un par de alemanes, fue entretenido, al llegar a casa algo de tortura, no mucha, estaba cansado, y por la mañana, todo lo relacionado con Irene había acabado; sabía que ella estaría volando hacia a España, a Ávila; y que a mí me quedaban 3 días más, 3 días que me prometía a mí mismo vivir como los últimos de mi vida y los mejores que podía disfrutar, no habría Irene ni nada que recordase a aquel sábado y a sus posteriores negativas por lo menos hasta llegar a España. 
El viaje acabó genial, lo fue durante todo el tiempo con sus pequeños momentos de pensar pero siempre feliz por estar allí, el asunto Irene creía haberlo olvidado; pero la vuelta se hizo dura, se echó de menos todo, hasta sus miradas esquivas y sus negativas; conté la historia una y otra vez a mis amigos, les conté lo que más me gustaba de ella y como era, quizás por eso volví a recaer en ciertos recuerdos y torturas para la mente que habían permanecido en el baúl de los recuerdos; y más florecieron aún cuando allá por el mes de septiembre, ella fue a Valencia, sabía perfectamente que yo le habría recibido encantado, que habría hecho de guía turístico o que por lo menos, le habría saludado y me habría hecho ilusión haberla visto, pero no me dijo nada, ni un simple mensaje, ni una llamada, nada de nada, tan solo me enteré de su visita por fotos, pura coincidencia de cotillear, seguía teniendo esa sonrisa blanca y esa mirada penetrante, aunque nada como verla en la realidad.  
Y ese fue el último episodio que reseñar de Irene, ella se convirtió en una de esas personas que quieres que el destino te vuelva a juntar, una de esas personas de las que siempre tienes el recuerdo de lo que fue y de lo que quise que fuera y no fue, consiguió darle una sonrisa a la palabra Ávila, que el nombre de esa ciudad no me recordase a unas murallas sino a una chica fría y preciosa; al final, ella siguió su vida, yo la mía, aunque en ocasiones  me paro a pensar y una pregunta me recorre la espalda: ‘’¿qué andará haciendo ahora?’’, y siempre una respuesta, una sonrisa, un suspiro y el deseo de que el destino nos quiera juntar en algún momento y poder hablar al fin, de lo que pudo ser y no fue.