lunes, 30 de enero de 2012

Historia Bmth 3

Volví a mi casa en autobús con mis compañeros, ella no estaba en ese bus aquel día de cuerpo presente, aunque sí que seguía en mi boca, en mi mente y en el reflejo de cada mirada al cristal buscando en el cielo alguna respuesta al futuro que podríamos llegar a tener.

Al bajar de mi parada e ir andando hacia mi casa y sentir el frío de aquella, ya, noche de verano, me acordé de lo bien que estaba bajo sus brazos, y que no quería que esa tarde pasada fuera la primera y la última. Sabía que al día siguiente ella iba a ir al mismo pueblo de excursión que yo, me lo había dicho por la tarde cuando estábamos con el grupo. Debía haber pedido para pasar aquella tarde al menos 2 condiciones a elegir una de ellas: o que no se acabará aquella tarde, o que no quedara loco por ella… Por desgracia, incumplí ambas.

Al día siguiente fuimos a Portsmouth, otro pequeño pueblo costero del sur de Inglaterra, la busqué pero no la encontré hasta que justo cuando estaba con mis amigos sentado en una especie de banco de madera al lado de un bar español llamado La Tasca, que de español tenía solamente el nombre, desde donde teníamos una buena vista de la Torre de Portsmouth, ella pasó por delante de mí, me quedé paralizado, estaba igual o más guapa que ayer; el sol lucía al igual que sus dos ojos verdes que el día anterior veía desde tan cerca, me miró y sonrió, pero yo me quedé en mi sitio, quizás esperando a que ella se acercara o me hiciera un gesto, pero tal no pasó, y mis amigos me empezaron a decir que fuera, que si no me atrevía, o frases así, aunque la frase que terminó por convencerme fue una que volvió a soltar Paco: ‘’ si no vas, es porque te importa demasiado’’; era cierto, me empezaba a importar, pero no quería que eso ocurriese. Me levanté con actitud de chulería, demostrando parte de mi insensatez y de mi valentía y me acerqué a ella que no estaba sola, iba con una amiga. Le volví a coger de las manos, que manos más suaves y delicadas tenía, quizá algo frías, pero cogido a ellas algo hervía en mi interior. Le pregunté sobre cuánto le había costado la excursión, que si habían visto algo, o qué iban a hacer; llamé a mi amigo ‘’guey’’ Ignacio a petición suya para que su amiga tuviera entretenimiento y alguien con quien hablar, mis amigos empezaron a cantar ‘’2 hombres con un mismo destino’’; yo intentaba ocultarme en su sonrisa blanca y en su mirada verde que mataba. Llegó una monitora suya, y les dijo que tenían que ir yendo hacia la torre; yo le fui otra vez a besar, me dijo que no, otra vez, mucha gente, y además su monitora estaba delante; la excusa seguía siendo razonable, así que la solté de mis manos y se fue. No la volví a ver más en aquel día; no, miento, sí que la vi una vez más; esperando mi autobús para volverme a casa, vi salir otro antes que el que yo tenía que coger; si no vi mal, ella iba en ese bus con 3 amigas…iba preciosa, como me tenía acostumbrado a verla.

Pensaba en llamarla, o enviarle un mensaje o algo, pero decidí esperar, era lo mejor; total en poco tiempo la volvería a ver, el pueblo o por lo menos la zona por donde se solía salir por las tardes y las noches no era muy grande, así que el porcentaje de coincidir era bastante alto. Y así fue un lunes bastante oscuro, en el cielo brillaba el Sol por su ausencia; cuando ya nos cansamos mis amigos y yo de dar vueltas por la playa y la plaza, decidimos sentarnos a echar una partida de cartas; no podía parar quieto, la había visto sentada en un banco cercano, quizás por ello dije de sentarnos ahí mismo, cerca de ella y sus amigas.

Aquel silencio, aquel vacío de palabras entre ambos, ese no saber que era de ella, que pasaba por su cabeza, si pensaba en mí como yo lo hacía en ella, toda aquella incertidumbre me hacía dudar dentro de mí, estar más callado de lo habitual, dubitativo, centrado en mis pensamientos…

Así que con tanta duda, la seguía mirando, mientras mis compañeros jugaban a las cartas, un amigo, Rubén, me dijo que fuera a hablar con ella, que no podía seguir con tanta incertidumbre; así que tomando sus palabras de ánimo, me dirigí a su grupo, eso sí, acompañado por él y por otro amigo, Dani, murciano, que siempre estaba para esos lances de ayudar.

Nos acercamos a ellas, y con más valentía de la que me creía capaz, me acerqué a ella y le dije que tenía que hablar con ella, ella preguntó sobre qué, yo respondí que sobre nosotros y a poder ser en privado; ella, con una sonrisa tímida accedió. Andamos unos pocos metros, no muchos, los justos para encontrarnos a solas y poder mantener una conversación en privado.

Ya había oscurecido en aquellos jardines de esa localidad británica que se levantaba como escenario de aquel mes de julio, nos sentamos en una de las barandillas que separaban el camino del césped; y comenzamos a hablar; ella me preguntó a qué se debía aquella conversación; le respondí que necesitaba hablar con ella, que estaba algo mareado por el asunto. Le miré a los ojos y le dije que me gustaba, que aquella tarde de sábado que habíamos pasado había sido una gran tarde, que había vuelto a pasar frío por las tardes, que la chaqueta abrigaba menos que sus brazos y que esos jardines eran más amables si estaba su sonrisa de por medio, que no me gustaría que fuera la última y que me encantaba su manera de sonreír y sus ojos verdes cuando me miraban fijamente, y que me gustaría intentarlo aunque fuera durante aquel mes en aquel lugar; ella me miraba, yo intentaba disimular mis nervios con una sonrisa, y entonces fue cuando ella me miró y me respondió:

-No sé, tengo dudas, la verdad es que el otro día me lo pasé bien, pero no creo que sea lo mejor; dependo de mi compañera de casa, ella lleva la llave, y tenemos que ir casi siempre juntas, y me sabría mal que tuvieras que ir a por mí a todos los sitios; además, me gusta ir a hacer el tonto con mis amigas, y no sé, además, piénsalo: de todas formas vamos a acabar mal, o bien que aquí nos acabamos peleando y acabamos de mal humor el viaje, o bien, que estemos muy bien, y luego nos toca volvernos a la cruda realidad, tú a Valencia y yo a Ávila…

-Pero, también prefiero disfrutar este mes, y que me quiten lo bailado, ¿no crees?

-Es que no es tan sencillo-replicó ella-No digo que no a repetir otra vez, pero no es que no es tan fácil, no te presentas aquí, me dices que te gusto, me prometes el mejor mes y ya se acaba, las cosas no son así, la respuesta es más complicada.

-Es sencilla , cincuenta por ciento de probabilidades que sí, cincuenta por ciento que no, no tiene más, matemática pura, como a ti te gusta-respondí intentando mostrar mi mejor sonrisa y ampliar mis posibilidades mientras yo le cogía la mano y ella lanzaba al aire esa moneda llamada incertidumbre a expensas de una respuesta.

-Se nota que eres de letras, te quedaste en las básicas, creo que es algo más complicado que un cincuenta, cincuenta, hay que contabilizar ciertas variables y otras tantas funciones que no sabrías calcular -y volvió a sacar otra de sus sonrisas pícaras al aire que yo tanto deseaba sostener en mí- me gustas y el otro día estuvo bien, pero… no es así como funciona esto; además, siempre podemos ser amigos y repetir alguna vez.

La miré a los ojos un instante eterno en el que escuché mi pulso aumentando su ritmo e intenté buscar las palabras que se habían quedado entre mis labios y sus ojos.

-¿Amigos? ¿Sabes? No deseo los labios de mis amigos, ni busco esconderme en sus ojos cada dos por tres, con mis amigos me encanta pasar el rato, jugar a fútbol y hacer bromas, contigo es otra cosa…

Se hizo un largo silencio mientras los dos fijábamos la mirada en un italiano que se acababa de tirar al agua a por la pelota. Al cabo de unas pequeñas sonrisas tras el hecho, interrumpí aquel silencio:

-En fin,-dije finalmente- piénsatelo y me das una respuesta cuando la tengas clara.

-Bueno, creo ya sabes parte de la respuesta…

-Igualmente, me gustaría que lo pensaras y me respondieras-dando fin a la conversación.

Entonces nos levantamos y ella se fue con sus amigas, yo me fui con los míos, que notaron al instante que no había obtenido la mejor de las respuestas.

Historia Bmth 2

Mientras andábamos por el paseo de la playa, mi amigo Rubén y yo, decidimos ir a por unas chicas que estaban en frente del muelle, la verdad es que mi amigo era muy bueno en esos lares, que quizás era su pelo rizado oscuro que le daba aspecto de italiano, su forma de sonreír o simplemente su forma de hablar de tratarlas; al acercarnos preguntamos si eran españolas, ellas nos dijeron que sí, que eran las del bus de noches pasadas; recuerdo que les dije que no me acordaba, ellas insistieron, quizás ese fue el enlace que nos llevó a iniciar una conversación decente con ellas. La mente se me abrió cuando una de ellas dijo lo del Mercadona, ahí me acordé de esa chica, era mona, no era de mi estilo, muy bajita quizás, muy poca vista, o esa fue mi impresión, recordé también a dos de sus acompañantes, pero curiosamente, no me acordé de la chica en la que más me estaba fijando en aquellos momentos, no podía situarla en aquel bus repleto de españoles y cánticos. La conversación comenzó a fraguar, llegaron más amigos nuestros y más amigas suyas; y con ello, la conversación se dividió en dos, por una parte, Ignacio, Rubén y yo con una canaria, una de Ávila y ella, también de Ávila, que seguía sin poder situarla en aquel bus de días pasados, y por otra parte, el resto de nuestros acompañantes con unas chicas que acababan de llegar. Nos presentamos, ellas eran una Yara, y las otras dos Irene; continuamos hablando, empezamos con pequeñas risas, primero Rubén me lanzó hacia ellas de un empujón y conseguí recortar distancias físicas colocándome a su lado, luego empezaron que si la de Gran Canaria decía ‘’guagua’’ en lugar de autobús, nosotros que si Rubén era italiano y se llamaba Marco, truco que por cierto, utilizábamos muy a menudo, y luego la mayor broma de todas fue que Ignacio era guey, y que aquel era su día en Inglaterra, cosa que nos dijeron ellas porque nosotros desconocíamos.

La conversación acabó en un ‘’vamos al centro a ver si encontramos la cabalgata’’; andando hacia allí pasamos por los jardines donde se encuentra el globo o Balloon que además de hacer de mirador si pagabas la entrada y te subían a dar una vuelta, servía como principal indicador en los jardines y en el pueblo, en general; en esos momentos, los jardines estaban llenos de estudiantes que disfrutaban de una agradable tarde soleada, una de las pocas que da Inglaterra. De camino a la plaza pasamos por ahí, yo me quedé más rezagado con ella, Ignacio y dos amigas suyas; nos empezamos a dar el número de teléfono, yo iba a su lado e Ignacio al mío, él también apuntó su móvil, aunque no me di cuenta. Yo seguía hablando con ella, hasta que me preguntó: ‘’ ¿te interesa alguna de mi grupo?’’ señalando hacia unas chicas que teníamos delante, yo le dije que no, que eran monas pero que no; mientras que Yara, la canaria, señaló en forma de pregunta a Irene, (la chica que iba a mi lado, no la otra que sí que situaba en el bus), yo hice un gesto que interpretó como lo que yo quería que interpretara, un sí, pero sin que ella, hablo de Irene, se diera cuenta; hasta que Yara soltó un: ‘’piensa quién le puede interesar…’’, ambos sonreímos mientras Yara cogía del brazo a su otra amiga y decía ‘’no os molestamos’’, a los que nosotros respondimos que entendíamos castellano y que entendíamos las indirectas.

Llegamos a la plaza, nuestros caminos parecían que se iban a separar, mis amigos querían ir al Tesco, un supermercado, a ver si quedaban unos Donuts buenísimos que se compraban en ese establecimiento, mientras que sus amigas iban a ir al McDonald’s a tomar un helado o unas patatas fritas; no quería separarme de ella, ahora no, mis amigos se fueron olvidándose de mí, bueno, sé que lo hicieron a propósito, pero casi sin avisar; y allí quedé con ella y sus amigas, nos miraron, y nos dijeron ‘’quedaos aquí, luego ya quedamos para volvernos’’; ella asintió.

Sus amigas se fueron, bueno, se quedaron en una esquina espiando hasta que ella les dijo que se fueran, mis amigos estarían en el Tesco, o quizás estaban espiando, pero fueron más disimulados. Nos acercamos a los bancos de piedra que rodean la plaza; no nos llegamos a sentar, le pregunté algo, no recuerdo el qué para romper el hielo, y luego ya fui más directo y pregunté si tenía novio; respondió que no con una sonrisa, tenía una boca preciosa, una dentadura blanca como la nieve, quizás a juego con su piel bastante blanca salpicada por unas cuantas pecas y por sus dos mofletes algo rosados; entonces fue cuando me preguntó lo mismo, y casi sin responder, la cogí de las manos, y la besé; fue un beso corto, estábamos en mitad de la plaza, y tampoco queríamos llamar mucho la atención; recuerdo que por mi lado pasó primero un amigo de Valencia que se llama Juan y me dio un toquecito en la espalda con el ánimo de saludar pero no de molestar; y luego pasó otra chica que habíamos conocido allí que era de Algemesí, que no me dijo nada pero que me miró y sonrió. Comenzamos a hablar, no recuerdo de qué exactamente, quizás no fuera nada importante, solo sé que la conversación salía sin ser forzada, y luego nos volvimos a besar mientras mis manos y las suyas se entrelazaban alrededor de su cintura. Me dijo de ir a los jardines que estaríamos más tranquilos y más cómodos; pareció leerme el pensamiento, así que le volví a coger de la cintura y la llevé a aquellos jardines que recorrían el centro de Bournemouth; no habían muchas flores en dicho jardín, césped más que nada, gente jugando en él, algún árbol, y casitas donde comprar un helado o una bebida.

Ya estaba oscureciendo cuando pasamos por debajo del globo blanco que vigilaba aquellos jardines, y llegamos a un trozo de césped donde no había tanta gente como en los otros, al lado pasaba un río donde días antes habíamos visto a un francés bajar a por nuestra pelota, ya que dicho río, no tendría más de un palmo de altura, eso sí, el agua estaba helada.

En aquel trozo de césped volvieron los besos, esta vez con más cariño, de vez en cuando ella dejaba un beso a mitad mientras soltaba una sonrisa pícara como intentando evitar mi boca, me volvía loco aquella chica; me encantaban sus labios finos, no podía parar de tocar aquella melena oscura ondulada que bajaba más allá de sus hombros, no podía evitar sonreír con cada sonrisa pícara que me soltaba, y menos aún podía evitar inundarme dentro de aquellos ojos verdes que brillaban en su cara como ya dije blanca y resaltada con pecas y mofletes rosados. No paraba de mirarle fijamente, ella reía, seguimos hablando, le corregía su laísmo, me hacía gracia esa forma de hablar, le daba un toque peculiar, le preguntaba por cosas de Ávila, ella se reía de mi pelo, decía que era tintado, yo le insistía en que no, que para nada, que lo era desde bien pequeño, y viendo que me picaba con esos comentarios, me cerraba la boca con besos que solo ella sabía dar.

La noche ya había caído, serían casi las 10 de la noche, y con la llegada de la noche, la temperatura fue descendiendo, y yo empecé a tener frío, frío que no pude disimular porque empecé a tiritar, la camisa que llevaba en ese momento no parecía abrigar lo suficiente; ella reía de nuevo, ‘’como se nota que no eres de Ávila’’ ; a mí me hacían gracia sus comentarios, se notaba que estaba acostumbrada al frío, bueno eso, y que llevaba una chaqueta, ella decía que sin chaqueta tampoco tendría frío, que si hacía falta me la dejaba; yo, muy caballero por mi parte, le dije que la situación tendría que ser al revés, el que dejara la chaqueta tendría que ser yo a ella, y no ella a mí, ella afirmó y volvió a reír mientras decía: ‘’es lo que pasa con los rubios tintados’’, otra vez me cambió la cara, y otra vez me calló con un beso, mientras yo seguía tiritando, volvió a ofrecerme la chaqueta de nuevo, le dije que no, que con que me abrazase era suficiente; ella lo hizo sin dudarlo un instante.

Así pasarían 15 minutos entre besos, diálogos, bromas y abrazos, hasta que vi pasar a mis amigos; bueno, no los vi, los oí, ellos dijeron que me podía quedar; pero miré el reloj y me di cuenta que me tenía que ir y ella también. Volvimos con ellos hacia la plaza, los dos cogidos, al margen de cualquier conversación de mis compañeros de viaje; mientras me decía que tenía un 8.4 de media en ciencias; yo le dije que las letras eran mejor, más bonitas, y con más utilidad; ella se burló de mi dato, mientras yo seguía dando mis argumentos con una sonrisa.

Llegamos a la plaza, y vio a sus amigas, me dijo adiós, pero ni un beso ni nada, me quedé mudo, pero bueno, quizás la chica era vergonzosa y delante de sus amigas no quería que nos besáramos; así que no di más importancia al asunto y seguí pensando en la maravillosa tarde que acababa de pasar. Paco, un amigo, me dijo que le había quitado la chica a Ignacio, y de ahí empezó una canción diciendo que yo le había levantado a la chica, aunque él ni mucho menos estaba cabreado, era todo una pequeña coña.

miércoles, 25 de enero de 2012

Pura España, sin justificación.

Y llegó el día 25 de enero de 2012 y Camps es declarado no culpable, o lo que es prácticamente igual a efectos prácticos, inocente. Tras días como hoy, y casos como este te das cuenta de lo que realmente somos y de lo que tenemos como país; y por supuesto te das cuenta que este país necesita algo, ¿el qué? aún no lo sé; sólo sé, que esto no puede seguir así.

¿Qué somos? Bien, tomo las palabras de Camilo José Cela para decir que somos un país de pandereta; somos el país del vicio por excelencia, de la chapuza, del aprovecharse del resto y del robo y la estafa por encima de todo; somos un lugar donde la clase política es solamente un cuento chino, una excusa para poder estar sentado en un sillón y llenarse de dinero los bolsillos mientras el ciudadano llora desamparado algo de justicia o simplemente algo de pan que llevarse a la boca y trabajo con el que sentirse realizado.

¿Qué tenemos? Tenemos una tasa de desempleo que roza el esperpento, una deuda externa que parece casi impagable, una fuga de cerebros que roza los niveles de la postguerra y la represión, un futuro negro, un gobierno con unas tijeras en las manos y una clase política que parece sacada de un guión de película tan exitoso como El Padrino. La corrupción parece ser la mayor cosecha de este país con casos como los de Julián Muñoz, el de Mario Conde o más recientemente el de los trajes con Camps y el de el yerno del rey, el ilustrísimo Duque de Palma, Urdangarín, que parece ser que no sólo la clase política se ha subido al carro de las ofertas de dinero extra en maletines de cuero a costa de los contribuyentes sino que hasta la propia familia del monarca ha tenido que subirse a él porque parece ser que el sueldo de los reyes no resulta del todo agraciado.

¿Qué necesitamos? Un cambio, una revolución, una remodelación, un inventario o quizás un cambio total de mentalidad y sobre todo una revisión a la justicia en España.

Sinceramente y para acabar, no quiero seguir viendo como cada vez más y más familias acaban en el paro mientras lobos con piel de Armani siguen llevando chófers, guardaespaldas y suculentos sueldos de por vida; ni quiero empezar a pagar por la educación ni la sanidad; ni quiero seguir pagando la vida de una familia entera sólo por llevar el apellido de unas personas que reinaron siglos atrás y que aún lo siguen haciendo, pero no gratis exactamente; y por último, no quiero seguir viendo más casos de políticos corruptos que salen impunes y con las manos limpias después de lucrarse con una actividad que más que para el bien del país, comienza a ser para la risa de Europa.
Al final tenemos lo que nos merecemos; esto en otros países no pasa.
La Revolución está cada día más justificada, lo sé, soy un soñador, pero no soy el único.

domingo, 22 de enero de 2012

Papá

Brilla la misma estrella,
la que verás a miles de kilómetros de distancia,
tu cabeza ya clarea, tu cuerpo envejece
mientras aún me guía tu mirada;
soy el reflejo de tu foto del pasado,
y tu experiencia lo es para mi mañana.
Los años nos pasan factura,
viven en nosotros fantasmas del recuerdo,
momentos fugaces que derriten en mis ojos,
llantos esperando verte aparecer,
palabras dulces que hacen de consejo,
buscar una respuesta sin palidecer.

Eres ese otro yo,
el que siempre quise ser,
el que no quieres que sea,
pero tan feliz te hace ver.
Eres mi ejemplo de anterioridad,
la mirada calculadora tras el retrovisor,
el escudo humano hecho de metal,
eres la voz constante que me anima,
el orgullo de parecerme a ti
oir que la gente me lo dice;
eres las lágrimas cada dos domingos,
tus respuestas a mis preguntas en el coche
y las llamadas en espera con mensaje de voz en el contestador.

Sigue brillando esa estrella,
la que hace que suspire,
la que no se refleja en mi ventana,
la que me hace marcar tu número
y llorar hasta dormir de agotamiento y nostalgia.

Mañana no sé si brillará esa estrella,
sé que volverá a hacer calor en Venezuela,
en Valencia quizás salga el Sol,
andarán por Caracas despreocupados
Chavez y algún otro ladrón,
y yo marcaré de nuevo tu nombre en mi agenda
y morderé mis labios para evitar sentirme así de ridículo,
la verdad es que no sé por qué,
pero me sigue doliendo enero,
quizás sea el estrés y su veneno,
el sueño, la ciudad y sus exámenes,
o tal vez, será que te echo de menos.

lunes, 16 de enero de 2012

Historia Bmth1

Todo empezó antes de lo que yo creía, aunque yo eso, hasta el día siguiente no me di cuenta. Volvíamos a casa en el bus de las 10 y media, que era el que teníamos que coger para estar en la hora que la organización mandaba en casa. Aquel bus era el 5-A, era el que más cerca de casa nos dejaba, y casi el único que podíamos coger; tan sólo el 5-B podía sustituirle según qué días. El caso fue que era uno de nuestros primeros días en aquel pueblo británico, nos llamaba la atención la cantidad de españoles que había allí, así que teníamos que dar un poco el cante; en definitiva, que nos pusimos a cantar canciones populares dentro de aquel autobús. ‘’Yo soy español’’, ‘’¡¡Camarero!!’’ o canciones sobradamente conocidas para un español amenizaban nuestro trayecto con la colaboración de todos los españoles que gritaban en el piso de arriba de aquel bus, y torturaba a ingleses y demás nacionalidades que no tenían la culpa de haberse encontrado con aquello.

Cuando el repertorio se acabó, o más bien, la voz que nos quedaba ese día, comenzamos a hablar con unas chicas que teníamos al lado. El principio casi siempre era el mismo, que si ‘’ ¿de dónde sois?’’, que si ‘’¿con que academia venían?’’, ‘’¿cuánto tiempo?’’… en fin, preguntas típicas para romper el hielo que sirven de información básica. Las respuestas fueron simples y con una coletilla preguntando ‘’ ¿y vosotros? ’’. Eran de Ávila, venían con Interway, se quedaban hasta el 28 de julio, y tenían nuestra edad. Nosotros respondimos lo que tantas veces tuvimos que responder en un futuro: ‘’Somos de Valencia, venimos con Lingua Experience, y nos quedamos hasta el final de mes’’; siempre teníamos que dar la explicación de qué era Lingua Experience y de que estábamos en la Universidad a pesar de no ser universitarios; pero era divertido.

Entre aquel grupo de chicas estaba ella, aunque yo no me diera cuenta, así que contaré el trayecto sin enunciarla a ella, no puedo contar nada sobre ella todavía.

El viaje en bus se hizo corto, nos lo pasamos bien, aunque no me llamó la atención ninguna; recuerdo que mi buen amigo Paco, soltó una de las mejores frases al decir donde vivían en Ávila, él dijo: ‘’Vivís al lado del Mercadona’’, ellas le miraron incrédulas creyendo que sabía realmente dónde vivían o que conocía Ávila; pero no, fue tan sólo una frase ya que según él, ‘’en todos los sitios hay Mercadona, y siempre tienes uno cerca’’. Con eso se podría dar por terminado nuestro viaje con ellas; luego ellas se bajaron, y nosotros casi al final del trayecto hicimos lo propio.

Pasaron 3 ó 4 días, no más, quizás incluso menos, pero el resultado fue que nos plantamos en un sábado soleado; supuestamente en mi host family era domingo porque como al día siguiente tenía excursión no podían hacer la comida especial de los domingos así que la hicimos el sábado, sí, lo sé, no tiene nada que ver en la historia pero quería decírtelo.

Como decía el día había salido bueno, y como de costumbre, después de cenar a las 6 de la tarde, salimos a dar una vuelta por el centro o por el paseo de la playa, y allá que fuimos, primero en la plaza y luego por la playa; además, nos dimos cuenta de que aquel día había algo extraño en la gente, como descubrimos después, era el día del orgullo guey, y por ello, mucha gente iba disfrazada. Mientras andábamos por el paseo de la playa, mi amigo Rubén y yo, decidimos ir a por unas chicas que estaban en frente del muelle; al acercarnos preguntamos si eran españolas, ellas nos dijeron que sí, que eran las del bus de noches pasadas; recuerdo que les dije que no me acordaba, ellas insistieron, quizás ese fue el enlace que nos llevó a iniciar una conversación decente con ellas. La mente se me abrió cuando una de ellas dijo lo del Mercadona, ahí me acordé de esa chica, y de 2 de sus acompañantes, pero curiosamente, no me acordé de la chica en la que más me estaba fijando aquella tarde, no podía situarla en aquel bus repleto de españoles y cánticos. La conversación comenzó a fraguar, llegaron más amigos nuestros, y más amigas suyas; y la conversación se dividió en dos, por una parte, Ignacio, Rubén y yo con una canaria, una de Ávila y ella, también de Ávila, que seguía sin poder situarla en aquel bus de días pasados, y por otra parte, el resto de nuestros acompañantes con unas chicas que acababan de llegar. Nos presentamos, ellas eran una Yara, y las otras dos Irene; continuamos hablando, empezamos con pequeñas risas, primero Rubén me lanzó hacia ellas de un empujón y conseguí recortar distancias físicas colocándome a su lado, luego empezaron que si la de Gran Canaria decía ‘’guagua’’ en lugar de autobús, nosotros que si Rubén era italiano y se llamaba Marco, truco que por cierto, utilizábamos muy a menudo, y luego la mayor broma de todas fue que Ignacio era guey, y que aquel era su día en Inglaterra, cosa que nos dijeron ellas porque nosotros desconocíamos.

La conversación acabó en un ‘’vamos al centro a ver si encontramos la cabalgata’’; andando hacia allí pasamos por los jardines donde se encuentra el globo o Balloon, yo me quedé más rezagado con ella, Ignacio y dos amigas suyas; nos empezamos a dar el número de teléfono, yo iba a su lado e Ignacio al mío, él también apuntó su móvil, aunque no me di cuenta. Yo seguía hablando con ella, hasta que me preguntó: ‘’ ¿te interesa alguna de mi grupo?’’ señalando hacia unas chicas que teníamos delante, yo le dije que no, que eran monas pero que no; mientras que Yara, la canaria, señaló en forma de pregunta a Irene, (la chica que iba a mi lado, no la otra que sí que situaba en el bus), yo hice un gesto que interpretó como lo que yo quería que interpretara, un sí, pero sin que ella, hablo de Irene, se diera cuenta; hasta que Yara soltó un: ‘’piensa quién le puede interesar…’’, ambos sonreímos mientras Yara cogía del brazo a su otra amiga y decía ‘’no os molestamos’’, a los que nosotros respondimos que entendíamos castellano y que entendíamos las indirectas.

Llegamos a la plaza, nuestros caminos parecían que se iban a separar, mis amigos querían ir al Tesco, un supermercado, a ver si quedaban unos Donuts buenísimos que se compraban en ese establecimiento, mientras que sus amigas iban a ir al McDonald’s a tomar un helado o unas patatas fritas; no quería separarme de ella, ahora no, mis amigos se fueron olvidándose de mí, bueno, sé que lo hicieron a propósito, pero casi sin avisar; y allí quedé con ella y sus amigas, nos miraron, y nos dijeron ‘’quedaos aquí, luego ya quedamos para volvernos’’; ella asintió.

miércoles, 11 de enero de 2012

Recuerdo

Vuelve a bailar el sol entre las nubes
mientras la luna llena se vuelve adolescente,
un tal Mariano desayuna chocolate y churros
en un sillón al que llaman presidencial,
a ti te da por coser sonrisas en rostros ajenos
y yo me sorprendo mirando el mapa
en el que redondeé tu ciudad en rojo.
Vuelvo a sacar mi libretita verde
con la que remojo lágrimas y risas,
dedicatorias en boli negro y ejercicios en azul,
donde quedaron apuntados los besos que no nos dimos,
las libras que debía ahorrar,
aquella conversación sin acabar,
mi error matemático,tu falta de lírica,
la fórmula científica para olvidarte
y la forma métrica para hacerte soñar,
ni yo supe despejar tu x ni resolver la ecuación
ni tu quisiste darle importancia a mis versos
aquellos que tildabas como palabrería
y los que calificaste como locuras de las mías.
Sigues sin darme respuestas,
sigue lloviendo en mi jardín,
como aquellos días en Inglaterra,
como cuando atrasaste el mes de abril;
sigo esperando encontrarte en el azar,
en algún punto de este estrépito infinito,
volver a ser compás en tus miradas
y que tú seas el descanso de mis labios.
He vuelto a soñar con mujeres imaginarias,
chicas sin rostro y nombre en clave,
amores de ojos cerrados, desamores de despertador;
sigo sin tener noticias del cambio a un mundo mejor,
ni del primer beso entre Merkel y Sarkozy,
y sigo escribiendo a nebulosas del pasado,
al recuerdo de tus ojos al mirar,
a una tarde de besos en verano
bañada por la suave brisa del mar.