miércoles, 13 de abril de 2011

Barrio de La Perla

Hoy, ha sonado una cancion en la radio mientras iba camino del colegio; esa canción hablaba del famoso barrio de La Perla en Puerto Rico, un barrio pobre, constituido principalmente por favelas, piedras mal puestas que hacen la función de hogar, láminas de zinc que intentan imitar lo que nosotros llamamos techo,cables que piratean luz, canales que hacen de alcantarillado y cubos de agua que hacen la mayoría de las labores higiénicas. Ese barrio no sería lo que es si no fuera por sus habitantes, gente pobre, gente humilde, madres, padres, abuelos, abuelas, nietos, hijos, pero entre ellos siempre el apelativo de 'hermano', siempre una sonrisa en la cara, siempre un intento por ser feliz, por lograr que los juegos superen al hambre, por intentar que los escasos medios y recursos escolares que llegan hasta la zona sean lo suficientemente eficaces y fuertes como para vencer a la ignorancia y a todos los peligros que ello conlleva, droga, armas, explotación...términos que resultan ser frecuentes en barriadas de este tipo, términos que son la lacra de estas zonas, en la que los niños son influidos por traficantes para que consuman, en la que las mafias organizadas los utilizan como dedo que aprieta el gatillo como medio para conseguir poder y dinero,que hacen que las trifulcas se solucionen con un tiro en la sién, donde la prostitución a menores de edad es una constante entre los jóvenes que ven como hermanas y amigas son 'reclutadas', al igual que el tráfico de órganos, por el cual un buen número de niños desaparecen misteriosamente...Y a pesar de todo esto, tienen la fuerza y la capacidad para moverse al ritmo de la música con una sonrisa en la boca,para celebrar un gol, una carrera o una canasta con el mayor gesto de felicidad o simplemente para sacar una mueca risueña cuando un fotógrafo o cualquier turista consigue una foto de estos niños en la miseria...hay que replantearse ciertas cosas sobre nuestro primer mundo, que pese a ser los más desarrollados económica y tecnológicamente aún no hemos aprendido a desarrollar algo mucho más importante, nuestra sonrisa.