domingo, 22 de enero de 2012

Papá

Brilla la misma estrella,
la que verás a miles de kilómetros de distancia,
tu cabeza ya clarea, tu cuerpo envejece
mientras aún me guía tu mirada;
soy el reflejo de tu foto del pasado,
y tu experiencia lo es para mi mañana.
Los años nos pasan factura,
viven en nosotros fantasmas del recuerdo,
momentos fugaces que derriten en mis ojos,
llantos esperando verte aparecer,
palabras dulces que hacen de consejo,
buscar una respuesta sin palidecer.

Eres ese otro yo,
el que siempre quise ser,
el que no quieres que sea,
pero tan feliz te hace ver.
Eres mi ejemplo de anterioridad,
la mirada calculadora tras el retrovisor,
el escudo humano hecho de metal,
eres la voz constante que me anima,
el orgullo de parecerme a ti
oir que la gente me lo dice;
eres las lágrimas cada dos domingos,
tus respuestas a mis preguntas en el coche
y las llamadas en espera con mensaje de voz en el contestador.

Sigue brillando esa estrella,
la que hace que suspire,
la que no se refleja en mi ventana,
la que me hace marcar tu número
y llorar hasta dormir de agotamiento y nostalgia.

Mañana no sé si brillará esa estrella,
sé que volverá a hacer calor en Venezuela,
en Valencia quizás salga el Sol,
andarán por Caracas despreocupados
Chavez y algún otro ladrón,
y yo marcaré de nuevo tu nombre en mi agenda
y morderé mis labios para evitar sentirme así de ridículo,
la verdad es que no sé por qué,
pero me sigue doliendo enero,
quizás sea el estrés y su veneno,
el sueño, la ciudad y sus exámenes,
o tal vez, será que te echo de menos.

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