martes, 7 de febrero de 2012

Me comentó.

Me comentó que iluminaste su tarde
al aparecer por aquel parque,
que tus ojos hacía de guía
y tu boca de precipicio y peligro.
Me dijo que sonrío nada más verte,
que intentó hacerte sonreír,
que tenías la sonrisa más bonita del lugar
y que pronto supo que no iba a ser fácil olvidar aquella tarde.
Comenzaron las risas
y el frío coloraba tus mejillas de rojo
como el cartel de la marca telefónica
que fue testigo de vuestro primer beso
o como la rosa que te regaló en la segunda cita.
Me habló de vuestras tardes de diciembre,
de vuestras escapadas a primeros de año
y vuestras andadas en enero y febrero,
habló sobre los besos que cubrían sus días,
de sus enredos por tus cabellos rubios
y de lo mucho que le gustaba
que le susurrases al oído para que te tapara el frío.
Me explicó también que estaba perdido,
que comenzaba a perder la razón,
que quería todo contigo
pero que no querías una relación;
me contó que no sabía que hacer,
que dudaba sobre lo vuestro,
que le dolían tus ausencias y tus negativas,
pero que no podía no estar contigo,
que necesitaba esas escapadas
y perderse entre tus besos y suspiros.
Y entrasteis en una espiral,
él quería estar contigo, tú no estar sola;
él un compromiso sobre el que asentarse
y tú un acompañante de tardes sueltas.
Al final el tiempo fue verdugo,
mató esperanzas y deseos;
tus negativas fueron más fuerte que sus motivos
y un día que el Sol y las nubes se alienaron pronto,
y cayó la noche antes de lo esperado,
tú le besabas sin recordar su nombre,
él sin recordar los motivos de aquello;
el adiós fue definitivo,
él marchó en busca de lo que no pudiste ver
y tú sin encontrar lo que él quiso ser.

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