lunes, 6 de junio de 2011

Un no te quiero querer.

Volví a coger mi Coca-Cola apurando el último sorbo en la última isla que me quedaba por naufragar, el bar de la esquina. El calor provocaba que las calles estuvieran apagadas, vacías de sentimiento, como faltas de caricias y abrazos, su recuerdo no se esfumaba de mi mente, mi cabeza seguía soñando estar tras sus manos y reflejarme en su mirada, pero en cambio en el único sitio donde me veía reflejado era en el hielo que se derretía en el vaso. Tras darle tres vueltas al vaso decidí no esperar más, tenía que decírselo, ya no aguantaba más, ya no podía acercarme a su boca sin desearla, ya no me quedaban escusas inocentes para pasar por su lado y que me dedicara una de sus sonrisas que llenaban días. Me levanté rápido de mi silla y salí corriendo, no sin antes pagar mi cuenta, llegué enseguida hasta su zona, me sabía el camino a la perfección, no era la primera vez que iba a buscarla o a acompañarla; y de repente una visión, parece ella, sí, esa es su mirada y ese su conjunto favorito, y al lado, ¿quién es ese?¿un amigo? No, no era un amigo, aquel beso lo reveló todo, ella ya había elegido, no sería yo aquel que la besara, sabía perder, dí media vuelta, y lancé un suspiro al aire, de un no te quiero querer.

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