A orillas del Ebro navarro
un pueblo llamémoslo Milagro,
donde da fiesta la cereza
y el viento sopla como seda.
En sus calles apaciguadas
por el silencio del pueblo,
pasea con poses relajadas,
Leonardo, llamado el abuelo.
Camisa a cuadros y vaqueros,
gafas redondas en sus ojos
y en sus manos un mechero
con el que encendía su cigarro
lo ponía en sus labios rojos
y seguía andando por Milagro
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